Opinión: Río de la Plata: canilla y cloaca

08.12.2020

Por Hugo Marcelo Garofalo
Presidente de la ONG Nuevo Ambiente

La reciente aparición en el Río de la Plata de cianobacterias - organismos que se nutren de materia orgánica y liberan toxinas, y que le dieron ese color verde que aún perdura-, reabrió el debate acerca de la calidad del agua que consumimos, teniendo en cuenta que el río es nuestro principal proveedor, por medio de la toma localizada en Punta Lara.

Su proliferación, se debe a diversas causas, una de ellas, el vuelco de efluentes cloacales sin tratar.

Cuando en octubre de 1999, luego de varios años de espera, se inauguró la planta depuradora de líquidos cloacales para la región - Berisso, Ensenada y La Plata-, se puso en funcionamiento la primera etapa del proceso, consistente, esencialmente, en separar los sólidos de las aguas servidas, dejando circular el resto del caudal libremente hacia esa corriente de agua.

Algo más de 30 años después, ese sigue siendo el único mecanismo que se interpone entre los desagües cloacales de gran parte de la población de esos partidos y el río.

Es decir, seguimos arrojando nuestros desechos con un mínimo e insuficiente tratamiento, que no evita la contaminación ni del cauce de agua ni de sus playas.

La desidia, que transciende gobiernos, se extiende al punto que el caño que desemboca en el río con líquidos cloacales - calle 66, Berisso-, está roto a metros de su finalización, con lo cual los mismos se dispersan directamente sobre su costa, antes de llegar al cauce.

Sobre este particular, por solo citar un ejemplo, distintas investigaciones científicas dan cuenta de una correlación negativa entre los niveles de contaminación y las distancias al vuelco cloacal, con grave riesgo sanitario, en tanto los usuarios de las playas, por contacto directo con la arena podrían contraer enfermedades intestinales y afecciones cutáneas.

Seguimos arrojando nuestros desechos con un mínimo e insuficiente tratamiento, que no evita la contaminación ni del cauce de agua ni de sus playas. 

Desde el lado opuesto, nuestro arroyo El Gato, sigue siendo la gran cloaca a cielo abierto, que también lleva al río los desechos generados por la zona norte de La Plata.

Por estas razones, desde nuestra asociación - y como una primera medida-, en conjunto con otras de objetivos similares, vecinos e instituciones intermedias de la región, volvemos a exigir a las autoridades una planta de tratamiento de líquidos cloacales para los partidos de Berisso, Ensenada y La Plata, que cumpla con los procesos de depuración imprescindibles para mejorar la calidad física, química y bacteriológica de los efluentes que se vuelcan sobre el Rio de la Plata, volviéndolos inocuos.

Asumimos el compromiso de seguir trabajando para evitar impactos negativos ambientales a nuestro río, los cuales claramente pueden y deben evitarse.