OPINIÓN: LA GRIETA AGONIZA

28.06.2021

Por Dr. Osvaldo Dameno


Está herida de muerte. No sobrevivirá. La GRIETA completó su ciclo vital y se termina, está en las últimas. La sociedad se apresta a estampar su firma y sello en el certificado de defunción. Nacida en el 2007 cuando Cristina fue elegida presidente y a la par Macri Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, tuvo algunos sinsabores en 2009 y 2013, pero logró sobreponerse hasta ocupar todo el escenario político nacional.

Más de la mitad del electorado dice basta a este anómalo esquema institucional de dos extremos inconciliables pero que se necesitan. Ambas coaliciones no pueden superar sus contradicciones. El Cristinismo camporista detenta el poder de decisión final, mientras Massa hace equilibrio y colabora para mantener la pax mínima indispensable y el presidente no cesa de cometer errores y furcios.

La gran masa de peronistas apoyó este turno, pero lo hace desde el llano o desde lugares sin posibilidades de influir en las decisiones importantes o torcer el rumbo. Pero es consciente que no hay un modelo, un proyecto que incluya a todos. Y observa perplejo el errático rumbo en nuestras relaciones internacionales, los resultados de la política de salud, las consecuencias en la economía con grandes sectores ajustados o sin trabajo y un horizonte sin futuro.

Desde la oposición, con el fracaso fresco de su turno de Gobierno, no se vislumbra autocrítica y menos aún ideas innovadoras. Todo agravado con las dificultades para ordenar a sus dirigentes y dirimir si Macri seguirá siendo su líder o será reemplazado.

"Más de la mitad del electorado dice basta a este anómalo esquema institucional de dos extremos inconciliables pero que se necesitan". 

Inflación, pobreza, falta de trabajo, educación paralizada, odios, desigualdades, indigencia son el resultado objetivo de la grieta. Por eso, aunque en las dos alianzas todavía no se percataron, la suerte está echada. La sociedad ha decidido vivir en otra dimensión. Escuchar el idioma claro de su propia agenda.

Ha llegado el tiempo de la unidad nacional, del diálogo, del futuro, de la esperanza, de la reconstrucción en paz. Del estado de derecho, sin lugar para la corrupción, de la recuperación, del trabajo, la producción, el respeto a la Constitución, las leyes y las instituciones. Es tiempo de reiniciar nuestra organización jurídico política, sobre las bases sólidas que nunca debió abandonar. La democracia, la justicia social, la libertad, el apoyo a los emprendedores, a los jóvenes. La recuperación de la educación, la seguridad para todos, el fin de la inflación.

Son muchas las aspiraciones, poner al país en blanco, ubicarlo de nuevo en su lugar en el mundo, volver al valor de la palabra, a los principios fundamentales que aprendimos de chicos, las buenas maneras, la dignidad, el honor. La erradicación de la mentira, la soberbia, la concupiscencia, el uso del poder político para objetivos deleznables, como perpetuarse, tergiversar o condicionar la voluntad popular o simplemente socavar los cimientos de la nación.

Todo eso ya está decidido. Falta saber quién encarnará estos sueños comunes. Tal vez el último que salió al ruedo sea el más apto para interpretarlos. El pueblo lo decidirá, porque sabe que está ante una histórica oportunidad y sobre todo porque ha recuperado la centralidad política y someterá a un exigente escrutinio a la clase política, su subordinada, su mandataria, la que gestionará y rendirá cuentas todos los días. Asi sea.