OPINIÓN: HABLEMOS EN SERIO

24.08.2020

Por Dr. Osvaldo Dameno  - ABOGADO Y DIRIGENTE PERONISTA PLATENSE


Pasado el 17A todos los análisis se ocupan de desentrañar cuales fueron los principales reclamos de la gente en la calle y el porqué de tales demandas. Desde las esferas oficiales se argumenta que el amplio abanico de reivindicaciones impide otorgar un status político unívoco a la movilización, sin tomar en cuenta la cantidad de chicanas, y descalificaciones lanzadas desde distintos niveles oficiales, aún del más alto.

Hagamos un esfuerzo analítico y racional, en serio, para poder encontrar claridad. Vemos publicada una carta abierta de un comerciante platense a un ladrón, en la que le agradece que en el robo no haya asesinado a su hermana. Una realidad cruda y dura de nuestro día a día. Hemos naturalizado la tragedia y sentimos alivio si las consecuencias de un delito no han sido fatales. Es difícil no relacionar el crecimiento de los delitos con la masiva liberación de presos producida a inicios de la pandemia, que ha contribuido a la violencia en los robos en la calle, en las casas, en los automotores.

La cuestión de la toma de tierras causa gran preocupación. Se esgrime que una reciente ley provincial (15.172) anula las posibilidades de actuación policial y judicial. Ello no es así. La norma fue dictada para posponer los lanzamientos de inquilinos, por la mala situación económica y no para estos casos. Como un hecho significativo hay que mencionar una noticia publicada que da cuenta de gestiones realizadas por Máximo Kirchner ante el presidente, quejándose de funcionarios nacionales (Chino Navarro y Pérsico) por las tomas de tierras intentadas en territorio de Quilmes, cuya Intendente (Mendoza) pertenece a la Cámpora. Aquí también puede surgir la idea de una eventual responsabilidad oficial por dichas tomas.

Un tema oscuro y difícil es el episodio que involucra a Facundo Astudillo que envuelve a la institución policial y requiere una solución que nos lleve a la verdad.

En todos estos hechos, heterogéneos, hay un hilo conductor. El Estado no ha respondido a las expectativas. No controla la violencia delictiva, tampoco las usurpaciones ni el funcionamiento de la policía. Con el agravante de que la inacción podría interpretarse como tolerancia o aquiescencia con ladrones, bandas o mafias.

Otro aspecto que el 17A puso en foco es la reforma judicial sospechada de ser una excusa para promover la impunidad, que sería el objetivo final. Tras ese fin se acumulan hechos, como las libertades de más de una decena de ex funcionarios kirchneristas, la rebaja de la fianza a Lázaro, el centro atrás que le tiraron a Cristóbal, -apertura de casinos sureños, subsidio y plan de pagos, que licúa la imputación penal en su contra-, el funcionamiento anómalo de una comisión del Senado que anunció que se firmó un dictamen de mayoría sobre el traslado de jueces, pero no lo dio a conocer ni tampoco dijo quienes firmaron ese despacho, -lo que conlleva dudas sobre la existencia del documento-, el intento de cambio de consejeros para lograr el enjuiciamiento y destitución del procurador general, las ventajas de toda índole ofrecidas a quienes faciliten votos. Esos son hechos, en serio. Y comprometen la vocación de combatir la corrupción. Podemos agregar la arbitrariedad que sufren los jubilados, el atropello en bloqueos a empresas, sobre los cuales tampoco es clara la intención gubernamental.

Como conclusión, la marcha ha interpelado al gobierno con un unico reclamo. La gente le ha exigido que restaure la confianza. Ha perdido la confianza de una gran parte de la población, sectores medios, jubilados, vecinos angustiados, trabajadores que no están en la agenda oficial, o que hoy no pueden trabajar, comerciantes, propietarios de pymes, cuentapropistas etc. Todos ellos necesitan claramente que se explicite un compromiso contra la violencia, contra la impunidad, contra la corrupción, contra las arbitrariedades. Y sobre todo respeto a las instituciones, a la Constitución y a las leyes. Pero ésta vez hablemos en serio.