OPINIÓN: DISTORSIONES DEMOCRÁTICAS
Por OSVALDO DAMENO (Abogado y dirigente peronista platense)
Nuestro sistema democrático atraviesa una encrucijada. La división de la sociedad, la grieta, es el producto más importante del desarrollo institucional de los últimos tiempos. Argentina desde hace tiempo tiene una democracia "de baja intensidad". Pero por lo menos en los últimos 15 años la dinámica tomó vida propia y hemos entrado en una secuencia en espiral. Los gobernantes se sitúan en la parte de la ciudadanía que les responde, hablan y actúan para ellos. Dejan su rol institucional para ser los jefes de una facción. Esto va acompañado de descalificación de otros actores, búsqueda de desprestigio de los opositores, atropellos, intransigencia, aprietes, extorsiones, arbitrariedades, falta de moderación, abuso de la legitimidad, desgaste de las instituciones, división entre amigos y enemigos, intolerancia, violaciones a la Constitución y las leyes, traspasando los límites, culto del personalismo. Es un camino peligroso. El autoritarismo acecha y la búsqueda de hegemonía tienta. Por supuesto que tales situaciones admiten gradaciones y pueden desarrollarse tanto en gobiernos de derecha como de izquierda. Es necesario un esfuerzo honesto desde la razón para entender y orientar el estudio de esta etapa histórica, desentrañar su dinámica e implicancias.
Como primera aproximación se debe consignar que el siglo pasado alumbró a dos proyectos abarcativos. El radicalismo y el peronismo. Ambos proponían un modelo de país, con vistas al futuro, con sólidos fundamentos nacionales y populares. Los argentinos lo entendieron así y esas visiones, con diferentes ópticas pero coincidentes en un núcleo de valores innegociables, anidaron en la mayoría de los corazones. Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón fueron las banderas. Ambos generaron mayorías que aglutinaron a distintas fuerzas preexistentes, también pertenecientes al campo Nacional.
Se aprecia claramente que esa situación no tiene relación alguna con lo sucedido en la política nacional desde el 2003 hasta hoy. Podemos dar por sentado que las alianzas políticas victoriosas en este último lapso tuvieron una concepción cuya finalidad ha sido la obtención del voto, sin explicitar el proyecto futuro para el país. Esa diferencia puede parecer pequeña pero es medular para entender el proceso.