Llegó la hora

05.12.2020

Por Dr. Osvaldo Dameno

Termina un año sin precedentes. Vivimos con miedo, encerrados, la economía se derrumbó, la cuarentena signó nuestros días. Tenemos ganas de cerrar este triste capítulo, jalonado de sufrimientos y pérdidas terribles. Ha llegado la hora de dejar esto atrás y aprovechar para plantearnos un cambio copernicano en nuestras vidas individuales y en nuestra existencia como nación. La grieta es el principal producto de esta realidad común. Si bien la historia nos ofrece elocuentes ejemplos de divisiones, diferencias y enfrentamientos parece ser esta grieta la más difícil de eliminar.

Desde el 2005 cuando Kirchner y su esposa decidieron demonizar a Duhalde con éxito, persistieron en una forma de gobierno que hizo del señalamiento de enemigos su rasgo más notable. El que les permitió llevar adelante una serie interminable de abusos, irregularidades, ilegalidades, atropello a las instituciones, arbitrariedades, y corrupción a gran escala. También usaron, con un broche en la nariz, el ropaje del peronismo, imponiendo una disciplina interna despiadada que les permitió cooptar a la cáscara vacía en que se convirtió el PJ. El control autocrático y la dureza aplicada a los críticos hizo el resto. La grieta gozaba de buena salud.

Del otro lado, muy pronto Macri fue el objeto de los embates del kirchnerismo. Tal vez lo eligieron por su escaso peso específico como estadista. Pero algunas experiencias como las del 2009 y 2013 pusieron en evidencia el hastío de la gente ante tanto enfrentamiento, tanto apriete y tanto relato mentiroso disfrazado de absurda épica. Y Macri ganó la presidencia en el 2015, ayudado por un gobierno desastroso del entonces oficialismo. Pero luego sucedió lo inesperado. A Macri lo convencieron que la grieta lo favorecía y mantuvo vigente a Cristina, como garantía de su reelección. Los sectores más gorilas manejaron el gobierno a su antojo, identificaron por error o no, al kirchnerismo con el peronismo y tomaron medidas profundamente dañinas para las mayorías populares, la clase media y los trabajadores. La inflación y el gran endeudamiento fueron decisivos. Y Macri perdió. Pero la grieta siguió siendo funcional a los extremos y no a las mayorías nacionales.

Asistimos ahora a un revival K pero peor. Son más ineficientes. Generaron un sistema en el que el presidente no gobierna y los peronistas que tienen cargos están dibujados y esbozan un silencio cómplice o un asentimiento vergonzante. Pero mantienen la figura de Macri como enemigo, garantía de su permanencia sine die. El relato roza el ridículo. El tiempo les cambió las camisetas a los bandos. Pero la gente les marcó el boleto a ambos extremos. Las historia ocurre dos veces: la primera como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa.

Y acá estamos. Es la hora. Es el momento de las utopías y de la acción. Esta realidad decadente de la grieta debe caer. Es la causa. Es la gesta que vamos a legar al futuro. Vamos a luchar por un nuevo amanecer de nuestra sociedad. Una sociedad tan grande que pueda contener nuestros sueños. Una sociedad tan libre que nos deje volar, tan justa que nos sintamos dignos, tan abierta que nadie querrá irse, tan completa que siempre la estaremos recreando.

Todas las premisas podrán coexistir, todos podrán realizarse, proyectarse, crear y ver el resultado de su creación. Los gobernantes tendrán menos tareas porque la comunidad será el reducto de la Paz, del trabajo, de la justicia y de la familia. La concupiscencia, el afán desmedido de bienes materiales, la corrupción, y la indecencia perecerán de inanición.

La educación empezará con el ejemplo y se proyectará en cada detalle de la vida individual y social. El trabajo se hará con alegría. La sabiduría contará con el respeto y el reconocimiento. Siempre habrá oportunidades de aprender, de mejorar y progresar. El esfuerzo será un camino seguro. Los destinos individuales estarán ligados al destino común. Asi es en la familia, en muchas familias cercanas, en una Nación.

La unidad nacional, el estado de derecho, el respeto a la Constitución, a las leyes y a las instituciones serán garantía de futuro en paz. La justicia independiente, el diálogo, y los grandes acuerdos, consolidarán la solidaridad, la igualdad de oportunidades y el progreso común.

Para cumplir estos sueños debemos batallar, encontrar los hombres que los representen y las uniones políticas que los respeten. Militemos afuera de la grieta. Es una tarea urgente. El horizonte siempre se alejará pero en el camino iremos cumpliendo nuestros anhelos como personas y como una sociedad reconstruida y sana por muchos años.