La CELAC y la grieta

10.01.2022

Por Eduardo Sigal


Hace pocas horas terminó en la Argentina la 22ª reunión de Ministros y Ministras de Relaciones Exteriores de los países integrantes de la Comunidad de
Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y Argentina fue electa por unanimidad como presidencia pro tempore para este año 2022, un hecho de trascendental importancia para nuestro país, que puede desplegar su capacidad de diálogo para encontrar unidad en la diversidad de los regímenes políticos que gobiernan los naciones de la región.

Fueron aprobadas quince líneas de acción donde, a mi entender, se destacan las urgencias que nos impone enfrentar la pandemia de Covid-19 en sus distintas variantes y en sus múltiples desafíos de mutación. Es urgente tomar conciencia de la desigual utilización de los recursos y promover políticas científicas y tecnológicas que permitan enfrentarla junto a la imperiosa asociatividad de nuestros saberes profesionales.

Pensar y pensar. Actuar y actuar, coordinar esfuerzos y desplegar la fuerza de la solidaridad nos hará mejores y la CELAC puede ser ese ámbito.

Otra urgencia pasa por coordinar esfuerzos asociativos para enfrentar las desigualdades económicas y sociales que se profundizaron con la pandemia, pero que son de larga data en el continente más desigual del planeta. En estos años los ricos son más ricos y los pobres son más y más pobres. Deuda de la política que no podemos soslayar, deuda de la ciudadanía que muchas veces piensa en lo individual y no en lo que nos conviene a la mayoría.

Acaba de terminar la presidencia de Méjico en la CELAC. Hay mucho para agradecerles por haber mantenido la llama de la integración ante fuertes ataques para desmembrar esta política que venimos construyendo, en distintas etapas, pero con mayor estructura desde 2011.

Leyendo en estas horas comentarios periodísticos y a algunos analistas internacionales de Argentina, me quedó la sensación de qué poco les interesa el bien común, casi diría que les molesta que Argentina haya sido reconocida como interlocutora válida de la diversidad y con capacidad de esforzarse para encontrar el máximo denominador común en la región.

Me pregunto y les pregunto: ¿no habrá llegado la hora de pensar y respetar la diversidad? No se trata de hacer desaparecer al otro o a la otra, como se insinúa en el reciente atentado al director de la región sanitaria en Bahía Blanca. Se trata de respetarnos y respetar las instituciones, saber que no pensamos igual.

Nos lo decía con reiteración Néstor Kirchner, con la verdad relativa de cada uno y cada una, aportemos a construir una verdad más colectiva, menos autoritaria.

Pensemos en un nosotros que indudablemente será diverso. Eso no implica que desaparezca el debate, por el contrario, que exista un debate que sea constructivo. Deberemos, todos y todas, hacer el esfuerzo por cambiar premisas culturales aprendiendo a disentir y tratando de buscar aquello en lo que podemos coincidir.

No soy tan ingenuo como para pensar que desaparecerán intereses y líneas contrapuestas, pero nuestros pueblos y sus necesidades nos exigen pensar qué podremos tener de común. Me gustaría que repensemos la integración latinoamericana. Claro que no es lo mismo Cuba que Nicaragua, ni Venezuela que Bolivia, ni Chile que Argentina, ni Perú que Honduras, ni México que Panamá, ni Brasil que Costa Rica, pero en este mundo global y desafiante que
vivimos, deberíamos aprender en términos de complementariedad.

No soy tan ingenuo como para pensar que desaparecerán intereses y líneas contrapuestas, pero nuestros pueblos y sus necesidades nos exigen pensar qué podremos tener de común.

Debo decir que no me gusta el gobierno de Jair Bolsonaro en Brasil, pero preferiría tenerlo en la CELAC discutiendo sus verdades y pensando qué podemos hacer en común y no que sea el único de los 33 países de América latina y el Caribe que se queda afuera. El actual Gobierno de Brasil no es el dueño de la pelota y el juego se jugará igual. Este año, las y los brasileños tendrán elecciones presidenciales y estoy seguro de que el que gane se sumará con decisión a este proceso integrador. Lo necesitamos.

(*) - Eduardo Sigal  vicepresidente del Partido Frente Grande y .ex subsecretario de Integración Económica de la Cancillería;